Jardín de Infantes
Ritmo, imitación y movimiento
En el primer septenio, niños y niñas adquieren la experiencia del andar erguido, el aprendizaje del habla, el despertar del pensar y con ello las primeras manifestaciones del yo del ser humano. Durante esta etapa, el desarrollo del cuerpo físico se encuentra en su máxima expresión, siendo los sentidos básicos como el equilibrio, el tacto, el movimiento y la vitalidad los que nos permiten autopercibirnos y salir al mundo.
El Jardín de Infancia, como extensión del hogar, ofrece un ambiente cálido, ordenado y seguro, donde el niño puede explorar y jugar libremente, sin interferencias ni distracciones.
A través de cantos, juegos de dedos, narraciones, dibujo, acuarela, teatrillos, caminatas y juego libre, entre otros, entregamos experiencias que estimulan su imaginación y creatividad.
La observación de la naturaleza y los cambios que ocurren en ella, despiertan su curiosidad y su amor por el mundo.
Preparar al niño para las etapas posteriores de su vida, desarrollando sus capacidades físicas, emocionales, intelectuales y espirituales, son algunas de las características propias de nuestro Jardín.
La observación profunda y ecuánime del desarrollo de cada niño y niña, según su propio proceso evolutivo, considerando la mirada antroposófica del ser humano, es una de nuestras principales labores como maestras de Jardín.